T



T.
Que no diría si mi timidez no me jugara constantemente malas pasadas. Tal vez me acercaría y capturando un momento de tu sonrisa, me le plantaría al frente, apoyaría un brazo en la pared, como haciéndote una emboscada, y sin más ni mas te invitaría a tomar una botella de vino.
 te interpelaría para que me saques de la duda, de por qué un verso perfecto lee tanta poesía. Segur me dirías que no existen versos perfectos, solo versos y tendrías razón. Entonces entendería que lo bello se encuentra con lo bello, porque es parte de lo idéntico, que se individualiza por un tiempo y luego vuelve a disolverse.
Si mi timidez se durmiera un segundo y me dejara salir en puntillas, sin hacer ruido para no despertarla, seguramente te cantaría, así no logre pegar una nota con otra, desafinado, espantoso, pero sería un canto que si no logra hacerte sentir eso que un buen cantante hace sentir, por lo menos te robaría una carcajada, y en ella estaría la misión cumplida porque, ¿acaso una carcajada no es también una forma genial de enamorar?
Pero mi timidez siempre está allí vigilante, como un celador que da un paso a cada lado de la puerta, pendiente. Ya hemos aprendido a convivir, incluso a querernos. Nos llevamos bien. Pero cuando te veo, quisiera que ese celador durmiera para hacerte reír, porque esa sonrisa tuya que es una mezcla de ego, ímpetu e ilusión bien vale la pena hacerla salir. Y si después de hacerte reír mi timidez sigue durmiendo, me encantaría decirte que tu me das unas ganas inmensas de quererte.

Comentarios

Entradas populares